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Los ojos del artista

«Pero como el alma no tiene ninguna forma que puede ser relativa a ninguna forma material, no se la puede juzgar por la figura del cuerpo, o por la forma del rostro. Un cuerpo mal hecho puede encerrar una hermosa alma, y no se debe juzgar la buena o la mala naturaleza de una persona por los rasgos de su cara, pues esos rasgos no tienen ninguna relación con la naturaleza del alma, no tienen ninguna analogía sobre la que se puedan fundar siquiera conjeturas razonables»

Buffon, Oeuvres completètes, ed.Dumézil, t.IV,París,1836.

 

Una forma de invitar al espectador a ver algo representado, sin ser consciente del medio de representación, es la fotografía. Su rápido desarrollo modificaron los hábitos artísticos y visuales. La imagen producida por la cámara negra, pronto estuvo cargada de valores, conteniendo a un mismo tiempo tanto buenos como malos. La comunidad artística en un primer momento negó el valor artístico de estas imágenes, por su inhumanidad, pero le confirió un valor de certeza muy positivo. Los pintores utilizan a menudo fotografías para facilitar su trabajo y evitar las tediosas sesiones de poses con modelos al natural, que a menudo,  era y es una práctica considerada de avergonzante y oculta.

Personalmente, es importantísima la complicidad del pintor y su modelo, Mademioselle Rose (Delacroix) es un cuadro de una delicadeza extraordinaria, y en él se puede observar esa complicidad tan intima.

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A lo largo de la historia el/la modelo desempeñará un papel importantísimo y una figura recurrente en la literatura; y el posar se convierte en una verdadera profesión. Los modelos más buscados no solo lo eran por su físico, sino por su experiencia y conocimiento de la profesión, teniendo por ello, una consideración de auténticos colaboradores del artista. Pero esto no nos sorprende, pues no solo es importante contemplar las formas, sino de la excitación que causa la proximidad de lo real.

Cuentan de Géricault que, cuando trabajaba en su Húsar a caballo, cada día le traían un caballo al estudio, el cual, no le servia para nada, pero así tenia un caballo siempre en su cabeza.

Hoy en día somos conscientes de que una fotografía no es un registro en sí mismo, añadiéndole, que el fotógrafo debe tomar decisiones, visualizar (motivo, encuadre, óptica, además del revelado). La pintura, se vio afectada por la fotografía y tuvo que adoptar así, una nueva técnica y prestando especial atención al detalle. El realismo óptico solo capta las apariencias de las cosas por su oposición a su realidad, pero los artistas vanguardistas, y su realismo antifotografico, actúan por medios plásticos e inducen a esos estados interiores.

Lo sacro y el artista

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Hay experiencias humanas que no se pueden decir, sino es, a través de la mitología, y solo pueden ser expresadas con signos o palabras con un carácter apliamente simbólico. Nuestro inconsciente es tremendamente simbólico. Tanto es así que, si intentásemos acceder a nuestras profundidades, a nuestras bodegas, entraríamos en una memoria de millones de años, es decir, cuando éramos pura materia.

Esto simplemente se experimenta y «no se puede decir» con palabras. Como dijo Freud: «Todo aquello que pensamos y que hacemos, es más hijo de lo que no sabemos  que de lo que sabemos». Nadie sabe porque se hace lo que se hace. Es como cuando se está enamorado sin saber en definitiva porque se está, porque algo emerge de tus profundidades o de esas bodegas del ser, a las cuales, es tremendamente difícil acceder. Volviendo a Freud, en su pequeño ensayo «El poeta y la fantasía» (también llamado «El poeta y los sueños») dice: «[…] de dónde toma sus asuntos esa destacada personalidad, el poeta, y cómo con ellos logra conmovernos tan profundamente y despertarnos emociones de las que tal vez ni siquiera nos creíamos capaces».

Todos tenemos una cuerda y el artista la hace vibrar. Otra forma de abordar este tema sería la explicación de que si uno quiere precisar un punto o algo indefinible, lo más sencillo es ponerle contorno y fijar unas coordenadas o posición. Para fijar lo sacro establecemos unas coordenadas a través de todo tipo de arte (música, pintura, escultura, poesía, etc.) Lo sacro conduce a la criatura, a la mudez, pues quien lo ha experimentado no hacen referéncia, y los que no lo han vivido, hablan sin cesar.

Rudolf Otto nos hace un acercamiento en su obra «Lo Sacro»: «Puede ser sentido de varias maneras. Puede penetrar con suave flujo el ánimo, en la forma del sentimiento sosegado de la devoción absorta, puede pasar como una corriente fluida que dura algún tiempo y después se ahíla y tiembla y al fin se paga. y deja desembocar de nuevo el espíritu, entre embates y convulsiones.Puede llevar a la embriaguez, al arrobo, al éxtasis. SE PRESENTA EN FORMAS DEMONIACAS. PUEDE HUNDIR EL ALMA EN HORRORES Y ESPANTOS CASI BRUJESCOS. Tiene manifestaciones y grados elementales, toscos y bárbaros y evoluciona hacia estadios, más puros y refinados»

Todo lo negro, lo iniciático, lo turbio, todo es percepción de la divinidad y, a la vez, intentos de un acercamiento. En Asia lo divino es percibido en formas de dragones impresionantes. Pero el hecho de que no se pueda nombrar, que no tenga nombre, no significa que no tenga entidad, de hecho es el único nombre. Pero este nombre no es definido y, cualquier forma de cuerda, vibra cuando él se acerca, tanto por lo celestial como por lo demoniaco. Hoy día existe la tendencia a creer que lo sacro es algo amorfo, diluido, subacuático o no emergido, caótico, que no es o no perfilado de lo cual todas las cosas emergen y, esto no es así. Es la personalización, el rasgo preciso, la entidad, la nota EXACTA por debajo o por encima de todo lo que suena, es todo el universo en esa nota exacta.

Porque si algo tiene nombre es lo innombrable y si algo tiene personalidad, por lo general, no se puede llamar persona.